(Este post consiste en el resumen de un artículo
de la profesora Nuria Chinchilla para la revista Capital Humano; ya que me
parece muy interesante lo que en él se expone y me gustaría compartirlo con
todos)
Si lo pensamos bien, la
empresa en sí misma no puede ser sabia, porque la empresa no es más que una
entelequia. Son las personas que en ella trabajan las que conforman la empresa
a través de sus decisiones. En este sentido, estamos hablando de directivos y
líderes realmente sabios. ¿Y qué significa sabio?.
Hay tres adjetivos para
definir el término “sabio”. Sabio es una persona juiciosa, prudente y sensata.
El juicioso intenta estar en la verdad, basarse en la realidad objetiva y mirar
con ojos limpios lo que tiene delante. Estos directivos miran y ven personas
completas, personas que además de trabajar en la empresa, tienen una trayectoria
personal y familiar – más allá de la profesional- que tienen que integrar en la
misma agenda.
El segundo adjetivo que
define el término es “prudente”. Prudente es quien actúa con cierta contención,
construyendo con la mirada puesta en el medio y largo plazo. Es decir,
directivos, líderes, personas que están construyendo esa institución llamada
empresa para que sea sólida y sostenible.
El tercer adjetivo que
define el término es “sensato”. Sensatas son las personas que tienen en cuenta
lo que sienten y alinean con su cabeza. Hablamos de directivos con un corazón
integrado y que trabajan la: innovación, inversión e ilusión.
Es de saber que no habrá
una verdadera igualdad de oportunidades si no existen programas de conciliación
que faciliten que la gente que trabaja fuera de casa pueda ejercer también su
papel como padre y madre de familia o como hijo de padre dependiente. Desde
este punto de vista la conciliación es absolutamente imprescindible, y es una
inversión de futuro para todos: para la empresa porque hace más factible su
sostenibilidad; para la sociedad, porque habrá más capital humano – más niños-
y más capital social – más capacidad de desarrollar confianza y relaciones
estables y sanas con otros; y para las personas, porque tendrán una vida más
equilibrada y saludable.
Cada uno de los
paradigmas (mecanicista, psicosocial o antropológico) supone mirar la realidad
desde una, dos o tres perspectivas diferentes. El primero es muy reducido, el
segundo amplía el foco y el tercero tiene en cuenta toda la realidad humana que
impacta.
Las empresas que
denominamos “sabias” parten de un paradigma antropológico que facilita la
integración de las trayectorias profesionales, personales y familiar de los que
allí trabajan. Afronta la diversidad como riqueza: todos somos seres únicos e
irrepetibles, hombres y mujeres en diferentes etapas de la vida, con unas
necesidades y circunstancias cambiantes. Y al apostar por que esas personas
puedan conciliar los distintos ámbitos de la vida, crece su compromiso, la capacidad
de poner al servicio de la empresa todo aquello que uno es capaz de aportar.
Porque el talento no es solamente la capacidad o la competencia de la gente,
sino el resultado de multiplicarla por su compromiso, o sea, de su motivación
real por apoyar ese proyecto empresarial
.Así se empiezan a desarrollar vínculos de identificación y de lealtad con la
empresa, mucho más allá de los vínculos puramente mercenarios.
By:Ikarus
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