“La secularización es el proceso que pueden
experimentar las sociedades a partir del momento en que la religión
y sus instituciones pierden influencia sobre ellas. Con la secularización, lo
sagrado cede el paso a lo profano y lo religioso se convierte en secular. La
secularización implica una “mundanización” (sin querer dar a esta palabra
ningún sentido peyorativo) de la religión y la sociedad, y sigue siendo también
un tema de interés filosófico, sobre todo a la hora de plantear las relaciones
que debe haber entre la religión, la política y la ética.”
En el siglo XX se han
producido cambios bestiales, cambios inimaginables anteriormente y donde se han
ido equiparando laboralmente los dos sexos, abandonando antiguos y
entorpecedores clichés.
Un aspecto que engloba la conciliación laboral es la
igualdad entre sexos. En las últimas décadas, de mediados del siglo XX, hasta
la actualidad, la tasa de actividad de los hombres de edad avanzada ha
disminuido, mientras que la de actividad femenina ha aumentado. Esto es debido
a unas causas que desglosaré a continuación.
Descenso de las tasas de actividad de los varones de edad
avanzada.
Aumento de los salarios y las ganancias reales: Han
aumentado la preferencia por el ocio en estos casos. La acumulación de
patrimonio durante la vida laboral ha permitido optar por la inactividad.
Pensiones públicas y privadas, jubilaciones anticipadas y
prestaciones por invalidez: Son rentas no laborales que inducen a abandonar la
población activa.
Consideraciones relacionadas con el ciclo vital: Las ganancias reales de muchos trabajadores
aumentan significativamente hasta que alcanzan, 55 años más o menos y, a
continuación, crecen lentamente o disminuyen muy poco, entonces tenderán a
sustituir trabajo por ocio.
Aumento de las tasas de actividad femenina.
Aumento de los salarios reales de
las mujeres, debido a políticas de igualdad y más cualificación gracias a los
estudios.
Cambios de preferencias y
actitudes. Movimiento feminista de la década de 1960, generalización de medidas
legislativas antidiscriminatorias, aumento del nivel de estudios. Antes un
hombre perdía “status” y se consideraba un “mal padre” si su mujer se veía
“obligada” a aceptar un empleo.
Aumento de la productividad en el
hogar. La presencia de más y mejores bienes de capital para uso doméstico ha
permitido a las familias reducir la cantidad de tiempo necesaria tanto para
producir como para consumir dentro del hogar. El supermercado permite hacer
toda la compra de una sola vez y los frigoríficos y los congeladores reducen
aún más el número semanal de veces que es necesario ir a comprar.
Descenso de las tasas de
natalidad. Uso de técnicas de control de la natalidad y cambios del estilo de
vida. En 1970 el número medio de hijos por mujer era de 2,8, y en los últimos
años del siglo XX se situaba en 1,2, uno de los más bajos del mundo. Las
mujeres que tienen un nivel de estudios más alto y que pueden obtener unos
salarios relativamente altos en el mercado tienden a tener menos hijos que las
mujeres que poseen un nivel de estudios inferior y perciben unos salarios
bajos. La procreación es una actividad muy intensiva en tiempo, y por lo tanto,
el coste de oportunidad de los hijos, la renta que se sacrifica por no estar en
el mercado de trabajo, es mayor para las mujeres que poseen un nivel de
estudios mas alto que para las que poseen uno mas bajo.
Aumento de las tasas de divorcio.
Las consecuencias económicas del divorcio para las mujeres suelen ser
desastrosas porque son relativamente pocas las que reciben de su antiguo marido
una pensión significativa o ayudas para criar a los hijos. Es muy frecuente que
las opciones sean la pobreza, la asistencia social o el trabajo remunerado.
Cada vez es mayor el número de mujeres casadas o que consideran la posibilidad
de casarse, que participan en la población activa para protegerse de las
exigencias económicas de un posible divorcio.
Mayores facilidades para acceder
al empleo. Hay una variedad de factores influyentes en este aspecto. Ha habido
una disminución de la discriminación, han aumentado extraordinariamente los
tipos de trabajo que eran tradicionalmente “de mujeres”, como las labores de administración
y secretaria, las ventas al por menos, la enseñanza y la enfermería. Se ha
registrado una emigración a largo plazo de las zonas agrícolas y rurales a las
urbanas, donde hay mas trabajo femenino. Por último ha aumentado el número de
puestos de trabajo a tiempo parcial existentes, lo que ha permitido a la mujer
conciliar mejor el empleo remunerado con las faenas domésticas.
Intento de mantener los niveles
de vida. El crecimiento de los salarios de los hombres fue mucho menor en las
dos últimas décadas del siglo XX, que en periodos anteriores. Puede que en
algunos casos los salarios reales incluso hayan disminuido. Muchos hogares han
tomado medidas para hacer frente a estas realidades, lo que ha llevado a ambos cónyuges
a trabajar.
(Extraído de Economía Laboral,
McConnell, Brue y McPherson.)
Gerardo Díaz.