jueves, 29 de marzo de 2012

Tendencia secular de las tasas de actividad.


“La secularización es el proceso que pueden experimentar las sociedades a partir del momento en que la religión y sus instituciones pierden influencia sobre ellas. Con la secularización, lo sagrado cede el paso a lo profano y lo religioso se convierte en secular. La secularización implica una “mundanización” (sin querer dar a esta palabra ningún sentido peyorativo) de la religión y la sociedad, y sigue siendo también un tema de interés filosófico, sobre todo a la hora de plantear las relaciones que debe haber entre la religión, la política y la ética.”

En el siglo XX  se han producido cambios bestiales, cambios inimaginables anteriormente y donde se han ido equiparando laboralmente los dos sexos, abandonando antiguos y entorpecedores clichés.
Un aspecto que engloba la conciliación laboral es la igualdad entre sexos. En las últimas décadas, de mediados del siglo XX, hasta la actualidad, la tasa de actividad de los hombres de edad avanzada ha disminuido, mientras que la de actividad femenina ha aumentado. Esto es debido a unas causas que desglosaré a continuación.
Descenso de las tasas de actividad de los varones de edad avanzada. 
Aumento de los salarios y las ganancias reales: Han aumentado la preferencia por el ocio en estos casos. La acumulación de patrimonio durante la vida laboral ha permitido optar por la inactividad.
Pensiones públicas y privadas, jubilaciones anticipadas y prestaciones por invalidez: Son rentas no laborales que inducen a abandonar la población activa.
Consideraciones relacionadas con el ciclo vital:  Las ganancias reales de muchos trabajadores aumentan significativamente hasta que alcanzan, 55 años más o menos y, a continuación, crecen lentamente o disminuyen muy poco, entonces tenderán a sustituir trabajo por ocio.
Aumento de las tasas de actividad femenina.
Aumento de los salarios reales de las mujeres, debido a políticas de igualdad y más cualificación gracias a los estudios.
Cambios de preferencias y actitudes. Movimiento feminista de la década de 1960, generalización de medidas legislativas antidiscriminatorias, aumento del nivel de estudios. Antes un hombre perdía “status” y se consideraba un “mal padre” si su mujer se veía “obligada” a aceptar un empleo.
Aumento de la productividad en el hogar. La presencia de más y mejores bienes de capital para uso doméstico ha permitido a las familias reducir la cantidad de tiempo necesaria tanto para producir como para consumir dentro del hogar. El supermercado permite hacer toda la compra de una sola vez y los frigoríficos y los congeladores reducen aún más el número semanal de veces que es necesario ir a comprar.
Descenso de las tasas de natalidad. Uso de técnicas de control de la natalidad y cambios del estilo de vida. En 1970 el número medio de hijos por mujer era de 2,8, y en los últimos años del siglo XX se situaba en 1,2, uno de los más bajos del mundo. Las mujeres que tienen un nivel de estudios más alto y que pueden obtener unos salarios relativamente altos en el mercado tienden a tener menos hijos que las mujeres que poseen un nivel de estudios inferior y perciben unos salarios bajos. La procreación es una actividad muy intensiva en tiempo, y por lo tanto, el coste de oportunidad de los hijos, la renta que se sacrifica por no estar en el mercado de trabajo, es mayor para las mujeres que poseen un nivel de estudios mas alto que para las que poseen uno mas bajo.
Aumento de las tasas de divorcio. Las consecuencias económicas del divorcio para las mujeres suelen ser desastrosas porque son relativamente pocas las que reciben de su antiguo marido una pensión significativa o ayudas para criar a los hijos. Es muy frecuente que las opciones sean la pobreza, la asistencia social o el trabajo remunerado. Cada vez es mayor el número de mujeres casadas o que consideran la posibilidad de casarse, que participan en la población activa para protegerse de las exigencias económicas de un posible divorcio.
Mayores facilidades para acceder al empleo. Hay una variedad de factores influyentes en este aspecto. Ha habido una disminución de la discriminación, han aumentado extraordinariamente los tipos de trabajo que eran tradicionalmente “de mujeres”, como las labores de administración y secretaria, las ventas al por menos, la enseñanza y la enfermería. Se ha registrado una emigración a largo plazo de las zonas agrícolas y rurales a las urbanas, donde hay mas trabajo femenino. Por último ha aumentado el número de puestos de trabajo a tiempo parcial existentes, lo que ha permitido a la mujer conciliar mejor el empleo remunerado con las faenas domésticas.
Intento de mantener los niveles de vida. El crecimiento de los salarios de los hombres fue mucho menor en las dos últimas décadas del siglo XX, que en periodos anteriores. Puede que en algunos casos los salarios reales incluso hayan disminuido. Muchos hogares han tomado medidas para hacer frente a estas realidades, lo que ha llevado a ambos cónyuges a trabajar.
(Extraído de Economía Laboral, McConnell, Brue y McPherson.)

Gerardo Díaz.